Estaba Ahí Mismo
Y resulta que la felicidad estaba ahi mismo. Cada dia en el desayuno. Cada fin de semana en los viajes en coche. Cada domingo en la cerveza con los amigos. Lo oíste muchas veces, pero en realidad nunca escuchaste. Resulta que, por mucho que lo hayas leído, no fuiste capaz de disfrutar cada momento. De aprovechar cada segundo. De exprimir y hacer tuya la alegria de aquellos que te rodeaban. Hoy que todo es tensión. Que todo son nervios. Que las lágrimas están a flor de piel. Hay que buscar la manera de encontrarla. La felicidad sigue ahí. En esa sonrisa sincera que aún se atisba. En el apoyo genuino de los cercanos. En las fuerzas que, pese a todo, aún nos acompañan. En la convicción de que, seguro, sigue habiendo esperanza. Nos volvemos exigentes con ella. Con los que nos rodean. Cargados de razón. Somos demandantes por naturaleza, intuyo. La felicidad no es una explosión de rayos ultravioletas que te van a llevar al éxtasis absoluto. No es ni la mejor noche, ni el mejor hotel, ni e