Hablando de Politica con un Gintonic


El verano tiene estas cosas. Las noches son calurosas. Un dia u otra quedas con los amigos. Estas a gusto en la terraza. Las cervezas se suceden. Llega el vino y tras él los inevitables gintonics. Y todo el mundo se siente como en casa. Y hasta corre un poco de brisa. Las horas pasan y tambien pasan los gintoncs. Al final y no sabes muy bien como lo que era un repaso a los hijos, cotilleos inocentes sobre conocidos y allegados y evidentes mejoras en la plantilla de tu equipo favorito, se convierten en disquisiciones políticas de nivel medio bajo. Y es entonces cuando, por el motivo que sea, algunos en ese confortable grupo se ponen en guardia. Y hay días que callas y hay dias que hablas. Suele depender del gintonic. Y cuando lo haces tratas de convencer de lo que es evidente. Al menos para ti. Y no vale de nada. La gente ya esta convencida de antemano. Nadie suele mover mucho su posicion. Y que si Ayuso esto, Puigdemont aquello o que si Pedro lo otro. Que si los inmigrantes por aqui o las pensiones por alla. Que si el sistema de salud o la guerra en Gaza. Al final sientes que te has calentado demasiado. Me suele pasar al despertar la mañana siguiente. Es como una extraña sensación de intranquilidad. Un, para que me meto en estos jardines. Y se mezcla con el dolor de cabeza. Y con el gelocatil que te tomas. Y al final, no pasa nada. La culpa es del gintonic.

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