Hay que escuchar a Susan Sarandon


No querría que mi querido Being Vain se convirtiese en un paño de lágrimas. La verdad es que no lo estoy pasando bien, pero mis docenas de miles de lectores alrededor del mundo merecen algo mejor y más entretenido. Lo intento de verdad. Series, discos, películas, conciertos … Aun así, permitidme un post existencialista más. Las cosas son como son y esto de escribir tiene su parte de terapia personal. Pensé en un libro, pero ni tengo las habilidades ni creo que ella se merecería la tortura de verse reflejada en mi absurda prosa. Disculpas por adelantado.

No puedo evitar curiosear por redes sociales y paginas web que hablan de duelo. De como manejarlo. De como llevarlo. De como lo llevan los niños. De sus fases. Es inevitable. Antes lo hacia con páginas de cáncer a la búsqueda de la terapia milagro o la historia de éxito que me permitiera albergar alguna esperanza. Hoy le toca al duelo. Todo muy entretenido y festivo, si. Espero mejorar con el paso del tiempo.

En una de esas sesiones de bicheo internáutico me encontré con la escena de una película protagonizada por Susan Sarandon. En ella, refiriéndose al hecho por el que la gente se casa, su personaje le dice al del gran Richard Jenkins algo así como que la gente se casa en busca de un testigo vital. Haces todas las promesas raras ante un dios extraño y siempre ausente, pero en realidad lo que buscas es unirte a alguien que te sirva de réplica. Alguien que en la salud y en la enfermedad sea testigo de tus logros, de tus aventuras, de tus errores, de tus miedos, de tus idas de olla. Alguien que en cualquiera de esas circunstancias te aporte. Te anime o te pare los pies según toque. Te aplauda o te regañe. Te llore o te ría. Aprenda de ti a la vez que te enseña sin necesidad de aula alguna.

Shall We Dance (2004) a witness to your life - YouTube

Como supongo que es normal. Le doy muchas vueltas a todo esto. Soledad, pena, nostalgia, indignación … todo se mezcla con altibajos que dan prevalencia a uno u otro sentimiento según el momento. A veces odias a los médicos. A la puta Ayuso y su precario sistema de salud. A veces tienes pena por ti o por los niños. A veces simplemente echas en falta a esa persona que se acostaba a tu lado o que te echaba la bronca porque no bajabas nunca la basura.

Es jodido eso de perder al testigo tras mas de treinta años. Es jodido porque no te imaginas con otro observador cercano. No te imaginas siendo capaz de establecer los lazos de confianza que tuviste. Es jodido porque, con eso, lo que estoy diciendo es que Susan Sarandon está en lo cierto. El matrimonio. Las parejas. Cualquier tipo de unión busca eso más que ninguna otra cosa. Por eso a tu testigo le atormentas con tus gustos y pasiones. Por eso pasas enormes cantidades de tu tiempo tratando de poner en valor lo que haces, lo que te gusta, lo que sabes. Por eso tienes que aprender a poner en valor, apreciar y disfrutar de los gustos del otro. Porque sinó, simplemente no funciona. Es un constante quid pro quo. Tú hoy te vas a llevar este bonito cassette que te acabo de hacer a ver si de una vez consigo que te guste The Cult … ya luego quedamos esta tarde y vamos a ver la película de Sandra Bullock y Richard Gere. Y así durante años. En todos los ámbitos de la vida. Hasta que llega ese día en el que realmente y de manera genuina, resulta que la única opinión, el único aplauso o la única crítica que importa de verdad es la de tu testigo. Ese con el que, por el motivo que sea, coincidiste en un momento dado y al que te unen no sólo los años sino la mayor parte de las experiencias de tu existencia.

We need a witness to our lives. There's a billion people on the planet... I mean, what does any one life really mean? But in a marriage, you're promising to care about everything. The good things, the bad things, the terrible things, the mundane things... all of it, all of the time, every day. You're saying 'Your life will not go unnoticed because I will notice it. Your life will not go un-witnessed because I will be your witness

Estoy en uno de esos días. “Chof” que diría mi hija. Ya han pasado casi nueve meses y aunque la vida es casi normal a estas alturas, no es fácil controlar la mente y su inusitada querencia hacia el pasado, sus recuerdos y los muy dolorosos últimos años que pasamos todos juntos. Parece que vas en la dirección correcta y que estas bien, pero algo no lo esta del todo. In the back of your mind siempre está ese rescoldo esperando una brizna de aire que lo reavive. Y está bien así. Uno de los mayores miedos es el olvido. Que ese testigo del que hablaba antes se convierta en una pose de una foto enfrente de un castillo en algún sitio. No quieres eso. Quieres recuerdos reales. Que suene su voz en tu cabeza. Que no se te olvide como se movía. Como olía. Como hablaba o como sonaba su risa. Una lucha jodida porque eso es, a la vez, lo que no te deja vivir cuando se hace de noche.

En fin, lo voy a dejar aquí. Fui muy afortunado con mi testigo. Lo sigo siendo. Fueron más de treinta años y ahora todo resulta muy complicado. Los testigos, aparte de serlo, hacen otras muchas cosas que no son fáciles de suplir. Nosotros no somos diferentes a cualquier otra familia que ha pasado por aqui. Todo se andará y veremos adónde acabamos. Tras casi nueve meses, eso de empezar de nuevo aún suena a entelequia. Pero como dicen los viejos, el tiempo lo cura todo. En este caso hay que empezar por querer ser curado. Aún estamos tratando de llegar ahí.

Comentarios

Juanjo Mestre ha dicho que…
Muchos ánimos tocayo, no se me ocurre decirte otra cosa. Imagino lo complicado y esos cambios de estado lógicos. Abrazos.
J Aybar ha dicho que…
Se agradece. Un abrazo!