Visitando a Erice
Erice esta stos días de nuevo en boca de todos. Atendiendo a las críticas, su nueva película parece que siendo buena no llega a las cotas de intensidad y lirismo al que llegan sus dos obras más famosas. Y es que, no es tarea fácil. Erice consiguió en esas dos películas de factura formal maravillosa - ese inicio de El Sur, esos planos de la niña mientras ve la película, esa toma de las puertas de la casa el El Espiritu de la Colmena, esas infinitas llanuras, ese invernal camino de entrada a La Gaviota - algo que para mi es inaudito en el cine de hoy día. Que la película tenga un sentido. Que resulte redonda. Como un libro de Delibes de esos que leíamos en el colegio.
En El Sur, el sueño. El paraíso. Ese lugar soñado y nunca visto que representa todo lo que de bueno pueda tener la existencia. En El Espiritu de la Colmena, el circulo que se cierra desde el visionado de Frankenstein al shock de la niña al descubrir la muerte de su propio espiritu secreto. Todo con esos colores tan sabiamente elegidos. Saturacion distinta para interiores y para exteriores. Color diferente para momentos de ensueño. Para reflejar la soledad y desarraigo de unos adultos golpeados por una posguerra insoportable. Con esas tomas, tan largas y pausadas como maravillosas. Y, como no decirlo, con esa elección de niños actores tan espectacular. No hay, en ninguna película que se me venga a la cabeza, una cara como la de Ana Torrent. Podrías estar mirándola durante horas. Su genuino asombro. Su inocencia absoluta. Un logro más de una película de visión obligada.
Dicen que la última película no llega a estas alturas de inspiración. Veremos.
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Un abrazo.
Gonzalo