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Mostrando entradas de septiembre, 2024

Ryan Adams: The hardest working man on business

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Como un cencerro. Al menos ese debería pensar cualquiera que ve como este buen señor ha publicado 15 discos desde 2020. Tres de ellos, réplicas más o menos personakes de grandes obras del pasado como Nebraska, Blood on the Tracks y Morning Glory. Ya lo habia hecho antes con un disco de Taylor Swift. 12 de ellos material original. Imposible seguirle la pista.  El caso es que si te paras y escuchas con atención, no suele ser ninguna tonteria. Discos como Wednesdays, Chris o Star Sign estan muy muy bien. No puedo hablar de todos. Simplemente no los he escuchado. No da tiempo.  Parece que elige una tematica, se mete en el estudio, se lanza sin red y, voilà, lo tiene todo listo echando virutas. Un genio?. Pues no lo sé. Si es verdad que la propuesta suena algo repetitiva. Pero, ¿como no repetirse cuando sueltas ese volumen de canciones en este espacio de tiempo?. Es de locos. El tema está en que ahí no queda la cosa. El amigo Ryan gira sin parar y, por lo visto, ahora le ha dado por grabar

RIPLEY

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Muy recomendable la serie de Netflix sobre el personaje de Patricia Highsmith. Nunca he leido las novelas. Si he visto las versiones mas recientes hechas en cine. No es fácil volver sobre un tema ya retratado y tener la capacidad de volverlo a hacer atractivo. Aqui lo han conseguido.  Gran decision la de rodar en blanco y negro. También acertado la constante búsqueda del detalle, de la belleza, de los objetos, del arte. Una forma de filmar que supongo que a algunos les resultará algo pesada pero que a mi, en este caso, me cautiva.  Tambien es buena la decision de hacerlo en formato miniserie. Ni la pelicula de Matt Damon ni la de Malkovich llegan a abundar en los personajes como la hace esta. Andrew Scott está genial. El mejor del trío protagonista. Perfecto en la aproximación a este eterno superviviente sin escrúpulos al que el lujo y la vida de los ricos cautiva hasta hacerle perder el norte.  Rodar en Italia y con actores italianos es otro acierto. Impagables escenas de viejos jugan

El Monje que vendió su Ferrari

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En contraste con el amigo McGowan, nos ponemos profundos. Sigo dándole a libros de esos que ayudan. Que parece que ayudan. Que puede que ayuden. En este caso uno que nada tiene que ver con duelos y su manejo. En esta ocasión se tratao de uno centrado en una fábula filosófica que, aún contada en lenguaje casi infantil, aspira a modificar comportamientos de manera muy profunda. No entiendo mucho de filosofia oriental. No estoy metido ni en mindfulness, ni en reikis, ni en el pensamiento budista ni en ninguna de esas experiencias tan de moda hoy. Esas cosas me atrajeron en una época de mi vida y supongo que, como a muchos otros, una vez recuperado cierto equilibrio, las dejé de lado. En si mismo, y volviendo al libro, no hay nada malo en la mejora continúa que propone el kaizen. No lo hay en el camino de diamantes. No lo hay en descubrir el verdadero faro y no lo hay en luchador de sumo. No hay nada de malo en buscar el pensamiento positivo. No lo hay en tratar de hacer el bien al otro. T