Myths in Pijamas

No se si me ha acabado de gustar. Una de las cosas más interesantes del confinamiento desde el punto de vista musical, ha sido observar el comportamiento de los diferentes artistas ante la situación de encierro forzado. La dureza de la puerta cerrada, la falta de posibilidades de mostrarse en publico, les ha hecho reaccionar de manera distinta y por distintos motivos. Muchos optaron por mostrarse tal cual son. Naturalidad desde el salón de su casa. En pantuflas. Con el perro, los hijos y la bolsa de kikos encima de la mesa. Creo que muchos necesitaban la exposición. Tíos que se pasan noche tras noche viajando y enfrentados a una audiencia pasaron de repente a no salir de casa. Insoportable supongo. Luego esta el lado artístico. Aquellos que seguramente cogieron el momento en mitad del proceso de  creación de un disco y que decidieron, o no, exponer al público lo que fuese posible desde el backyard. Niño hay que salir en las redes que nos hundimos ... imagino a los productores diciendo. Y luego están los que  adornaban las actuaciones con pequeños pop-ups que ayudaban a monetizar el esfuerzo. Al fin y al cabo, hay que comer y no todos somos Bono. La sensación era realmente extraña. Necesito ver a Robert Fripp y la chalada de su mujer tocando versiones desde la cocina de su casa. A Elliott Murphy exponer su vejez demostrando sus serios problemas para conectarse al vídeo. A Sean Rowe tratando de ganarse unos dólares minusvalorando su preciosa voz. A Gary Louris demostrando que de aquel trovador de antaño queda más bien poco. No sé. No estoy seguro. Musicalmente debo decir que lo más apreciable para mí, resultaron ser las preciosas sesiones de Norah Jones que si busqué con ahínco. Esta mujer es sensibilidad y talento a partes iguales. De los demás no tanto. Pero el post no quería ir por ahí. La idea era hablar de la absoluta pérdida del glamour y del mito que estas grabaciones han supuesto. Ese misterio siempre fue parte del rock. Guns N'Roses eran tan atractivos en sus inicios porque jamás te podrías imaginar a ti mismo en el CBGB viéndoles completamente pasados de rosca. Que decir de un concierto en el 73 del Bowie más sexualmente confuso. De Dylan girando con el Rolling Thunder Revue o hasta de Jane's Addiction hasta que finalmente pisaron suelo patrio apoyados por Geffen. El misterio forma parte del atractivo y ese atractivo de la mitificación interna que tu acabas haciendo de ese artista. Toda esta sobreexposición, necesaria o no por motivos económicos, ha sido contraproducente en ese sentido y sólo ha colaborado al cansancio que hoy provocan la masiva abundancia de contenidos en las redes sociales. Algo que siempre, siempre, sacrifica calidad por inmediatez. Me gustaba pensar que Sean Rowe era un tipo con cierto misterio a la vera de lo que hacia Leonard Cohen o Nick Cave. Aún estaba dispuesto a darles una oportunidad más a los Jayhawks a pesar de su aburrido disco. Ahora, ni se me ocurre. El disco de Sean Rowe me ha parecido un bluf y los Jayhawks hace tiempo que estan bastante abajo en mi lista. Recuerdo cuando nos quejábamos porque Springsteen o Tom Waits o Van Halen tardaban años en sacar un disco o venir de gira. Eran años elucubrando sobre lo que podrian sacar o andar haciendo. Hoy, gracias a estos videos, sabemos que seguramente estarén en el salón de su casa, despeinados, con los kikos encima de la mesa y diciéndole a los niños que toquen las palmas mientras tratan de engarzar cuatro acordes.